¿Por qué cuando caminamos por la ciudad elegimos ir por una calle o por otra?
¿O por qué decidimos evitar esa calle cuando es de noche? ¿Os habéis preguntado alguna vez qué es lo que hace que una calle nos haga sentirnos tranquilos, cómodos, o alegres?
Voy a hacer un pequeño experimento. ¿Cuál de esas dos calles diréis que es más agradable, por ejemplo, para pasear? Probablemente esta, ¿verdad? No siempre es fácil elegir, pero hay algunas cualidades que nos gustan más que otras. Por ejemplo, que sea una calle arbolada. O, por ejemplo, que sea una calle con un boulevard amplio, para poder caminar.
O que tenga aceras grandes, que tenga casas cercanas para darnos seguridad, o también nos gusta que haya gente, que haya actividad en la calle. Sentirnos acompañados. Y hay veces que preferiríamos no tener que elegir. Y cogemos el coche. Mirad, el MIT crea una página, Place Pulse, para conocer según la opinión de la gente, qué calles eran consideradas más seguras o más vivas, y para conocer sus características.
Se valoraron en total más de un millón de veces diferentes calles. Y estas conclusiones se extrapolaron a otras ciudades de todo el mundo, a través de una técnica llamada “machine learning” o aprendizaje automático, que consiste en comparar imágenes.
Este plano de Nueva York es la imagen de la representación de esa extrapolación de datos a la ciudad de Nueva York. Las calles en verde son las calles mejor valoradas, y las calles en rojo son las calles peor valoradas. Mediante esta investigación, las máquinas y las personas encuestadas nos han ayudado a entender algo que ya preveamos y que intuíamos: y es que las calles que se perciben como más acogedoras y más interesantes, son las calles que tienen mayor variedad, mayor actividad, mejor equipamiento, mejor vegetación.
En definitiva, las calles que son más completas. Y las llamamos completas porque son calles donde todas las personas pueden moverse de maneras diferentes; porque generan actividad, generan variedad de usos y variedad de actividades; y esto es muy bueno.
Os voy a explicar por qué. La ciudad es probablemente el invento más increíble que ha creado el ser humano. Por lo menos eso pienso yo, que por eso soy urbanista. Y lo que crea la ciudad, la pieza básica de la ciudad, no son los edificios, son precisamente las calles; las calles y su gente.
Las calles es el sitio por donde nos movemos para ir a otros lugares; Es el lugar donde socializamos, donde compramos, donde trabajamos, o donde simplemente disfrutamos de estar vivos. Las calles son el espacio común, son el lugar por antonomasia. Y por tanto las calles deben servir para muchas cosas, para muchísimas personas.
De hecho, deben servir para todas las personas. Pero el espacio de las calles es limitado. Y en esta verdadera lucha por el espacio, a menudo algunas personas, y algunas actividades quedan desplazadas y quedan fuera.
Las Calles de Madrid
Os pondré algunos ejemplos. Lugares muy importantes de nuestra ciudad, con un gran valor identitario, como Atocha, son en realidad grandes plataformas de asfalto. Como podéis ver, en rojo, tenemos el espacio dedicado a tráfico y en azul el espacio destinado a peatones y espacio público en general.
El desequilibrio creo que es patente. O la Glorieta de Cibeles, dónde está el nuevo ayuntamiento. Denominado “centro centro” por ser el punto neurálgico de la ciudad. Y este tampoco es un espacio que permita que personas que no se mueven en coche se sientan a gusto, ¿verdad?
O San Bernardo, que en algún momento debió de pasar de ser la plaza de San Bernardo a la rotonda para coches de San Bernardo.
La ciudad es un gran tablero de juego donde todo tipo de personas deben desplazarse de maneras diferentes. Cuanto más versátil sea este tablero, más eficiente ser su uso. Si dejamos fuera de un barrio o de una calle a residentes, a peatones, a transportistas, a personas con movilidad reducida, o a personas mayores tendremos un barrio mucho menos diverso, y, por tanto, menos atractivo. Y, finalmente, menos seguro.
Pero no os preocupéis, hay sitio para todo el mundo. Os voy a enseñar cómo en muy poco espacio caben muchas maneras diferentes de moverse y de disfrutar del espacio público.
Esto son secciones de calles, de ciudades de nuestro entorno, donde se han probado estas calles completas, y funcionan a la perfección. Son calles en las que cabe un tranvía o un autobús en plataforma segregada; donde cabe el carril bici; y también tenemos sitio para varios carriles de tráfico en varios sentidos. Y además nos sigue quedando hueco para poder pasear, para zonas de vegetación, para zonas de esparcimiento.
No son ejemplos que me at inventando; podéis coger el móvil y mirar en Street View que esto existe. Son lugares maravillosos.
También tenemos un ejemplo bastante bueno en Madrid. Una calle muy importante de Villa de Vallecas se pensó, al diseñarla, que merecía que el espacio dedicado a zonas de paseo y de ocio y de esparcimiento fuera más importante que el dedicado al de paso del tráfico.
Como veis, no os he puesto ninguna calle totalmente peatonal, porque no son el tipo de calle más completa. A veces, un carril de tráfico para residentes con una velocidad reducida puede ser muy positivo. Porque nos da seguridad por la noche, y porque ayuda a la carga y descarga de los comercios y de las viviendas, y efectivamente estamos hablando de transformar nuestras calles y nuestras ciudades.
Y podéis pensar que esto es algo muy drástico, pero no es así, porque a veces tenemos la impresión de que nuestras calles han sido siempre como ahora las vemos. Mucha de la gente que está aquí recordará, volviendo a Atocha, que hace tan solo 32 años, yo acababa de nacer, la glorieta de Carlos V era un Scalextric, un auténtico nudo de carreteras en toda regla. Pero es que hace cien años, era una calle mucho más completa de lo que lo es ahora. Y también más diversa.
Creo que las imágenes hablan por sí mismas. Llegados a este punto, siempre surge la misma duda: “Bueno, de acuerdo, pero si quitamos coches, no se crean atascos?” Pues mirad, si damos más espacio a los medios más sostenibles estos serán más eficientes, y harán que más gente los use. Un tranvía o un autobús en un carril exclusivo es mucho más rápido. Unas aceras amplias nos invitan a pasear, a ir paseando. Y un carril bici seguro incentiva el uso de la bicicleta. De tal modo que cada persona usar el medio que le sea más adecuado, el que le venga mejor.
Y esto ayudar a todo el mundo. También a aquellas personas que irremediablemente deben de coger el coche, porque habrá menos coches circulando, y menos atascos. Pero es que además el número de automóviles va a tener que reducirse porque en nuestras ciudades, ya congestionadas, no hay sitio para un medio de transporte tan poco eficiente. Mirad: En este gráfico podéis ver que, para poder transportar 50 000 personas por hora en una calle, en los dos sentidos, se ocupa mucho menos espacio si lo hacemos en medios más colectivos. Os pondré un caso concreto: En la Gran Vía de Madrid los vehículos que más pasan son coches.
Sin embargo, tres cuartas partes de las personas que circulan por la Gran Va de Madrid van montadas en un autobús. Sorprendente, ¿verdad? ¿Tenis coche, en casa? ¿Tenis coche? Sí, ¿verdad? Si tenéis un coche, este pasa el 95 % del tiempo de toda su vida útil aparcado. Sin usarse. Qué malgasto, ¿verdad? Pero es que esto además influye en que el 70% de todo nuestro espacio público sin contar los grandes jardines, está ocupado directa o indirectamente por coches.
Pero es que además 3 de cada 4 coches que vemos circulando por la ciudad están buscando aparcamiento. A esto se denomina tráfico de agitación. Y es un tráfico muy inútil. Resumiendo, que tenemos unas máquinas muy caras, que usamos muy poco, que ocupan todas nuestras calles, y que además cuando las usamos para ir a la ciudad perdemos un tercio del tiempo en buscar donde dejarlas.
Creo que es el momento de planteárselo. Es verdad que el coche nos lleva muy rápido, si no hay atascos. Y es verdad que lo hace de puerta a puerta si es que encontramos aparcamiento. Y también es verdad que lo hace cuando quiere.
Pero el coste en términos sociales, ambientales y económicos para la ciudad y la sociedad es altísimo. Y ojo, porque el coche eléctrico, o autónomo, no ha de resolver la mayoría de estas problemáticas. Al contrario, según la paradoja de Jevons cuando un recurso se vuelve más eficiente se produce un efecto rebote que hace que este se use aun más, y en este caso, haciendo que las calles se llenen de coches todavía más. Naturalmente estoy hablando solo del malgasto de espacio porque creo que ya hay una gran concienciación de que la contaminación atmosférica, producida en buena medida por coches, es gravísima.
Es necesario un cambio de modelo. ¿Bueno, y por dónde empezamos?
Podemos comenzar con lo que se denomina el urbanismo táctico, que consiste en testear, en probar, cómo cambiar una calle o un lugar, de una manera reversible, gil y barata.
Por ejemplo, si en un barrio que solo tiene tráfico local decidimos, después de estudiarlo bien, participativamente con los residentes, hacer que las aceras sean más amplias para que haya más espacio para peatones, para que haya zonas más verdes, para que haya zonas de estancia, no tenemos por qué hacer una obra completa.
Podemos comenzar probando, ver cómo funciona, poniendo por ejemplo una nueva señalización, o un mobiliario transitorio, y adaptarlo en función de cómo está yendo, antes de hacer el proyecto definitivo.
En definitiva, estamos hablando de un cambio de modelo que mejorar mucho nuestra forma de movernos. Pero también reducirla contaminación atmosférica y acústica. Nos dar un modelo de vida menos sedentario, y una mayor seguridad vial. Y esos factores harán que nuestra salud mejore de modo considerable. También sabemos que en una calle con poca circulación las aceras están mejor conectadas, y hay mayor contacto social. Y según este famoso estudio de Donald Appleyard el número de relaciones sociales, de amistades, que se generan en una calle, es inversamente proporcional al tráfico que haya.
Es decir que el tráfico mata la amistad. Pero es que, por supuesto, calles más activas y más complejos, serán mejores, ayudarán a mejorar el comercio local y serán focos de atracción para nuevos negocios, para nuevas actividades. En conclusión, no solo se trata de incluir otros medios de transporte en nuestras calles, estamos hablando de hacer ciudades accesibles, lo que significa que sean ciudades más ecológicas,
Y, en definitiva, que sean ciudades donde merezca la pena vivir. Ciudades de todo el mundo están realizando esta transformación Londres, París, Nueva York, Vancouver ,Oslo, Hamburgo, Copenhague…
Y muchas ciudades también de nuestro entorno más cercano, como Barcelona, o Vitoria-Gasteiz, o Pontevedra. En Pontevedra han creado un plano de las distancias a pie dentro de la ciudad. Y esto incentiva la movilidad peatonal.
Todas estas ciudades están trabajando, están diseñado calles completas para sus ciudades. Están pacificando el centro de sus ciudades y en definitiva están haciendo ciudades muchos más saludables.
La nica manera de hacer calles completases hacerlo colectivamente. Porque somos las personas las que hacemos que las calles sean lugares vivos y activos. Ha llegado el momento de diseñar y de definir cómo serán las calles del futuro. ¿Estamos preparados?
Vídeo de Iñaki Romero | TEDxMadrid